obstante, no son muchas quienes conocen el por qué de esta expresión.

A mediados de 1940, el paracaidismo se encontraba en franco desarrollo dentro de las fuerzas armadas
estadounidenses. En julio y agosto de dicho año, comenzaron los entrenamientos experimentales con la
creación de una pequeña unidad denominada Pelotón de Pruebas de Paracaídas. Este grupo de 50
voluntarios, especialmente seleccionados, no sólo entrenaba con altos estándares de disciplina, sino que dio
forma a las técnicas de paracaidismo que marcarían la actividad.
El soldado de 24 años Aubrey Eberhardt, proveniente de una granja en Georgia, era el paracaidista más
corpulento del pelotón. Junto a tres compañeros, cierta noche decidió escapar del agobiante calor
refugiándose en la fresca sala delMain Post Theatre, donde proyectaban el western de la Paramount,
Gerónimo, de 1939.
La película, desbordante de acción, presentaba al actor nativo americano, Victor Daniels, en el papel del
cacique apache Gerónimo, de carácter indómito e inalterable.
Tras la película, los cuatro compañeros caminaron hacia las barracas. En el trayecto, uno de ellos preguntó a
Eberhardt si al día siguiente saltaría sin temor del avión. Eberhardt, cuyo valor no solía ser cuestionado,
respondió que no sentiría temor, y que, para demostrar su presencia de ánimo, gritaría algo justo después de
saltar.
Dado que el grupo estaría separado por varios cientos de metros, algunos de ellos en el aire y otros en el
suelo, Eberhardt insistió en que gritaría una palabra que pudiera ser escuchada por todos. Al preguntar sus
compañeros qué gritaría, pensó algunos segundos; eligiendo una palabra distintiva, e inspirándose en la figura
penetrante de Gerónimo, eligió dicha palabra.
Al día siguiente cumplió su promesa. Los compañeros de Eberhardt escucharon la palabra Gerónimo
repetida una y otra vez desde que el paracaidista saltó del avión hasta que sus pies tocaron el suelo.
Otros miembros del pelotón tomaron la idea en prácticas siguientes, transformándola en una tradición.
La aprobación se dio con la visita de un grupo de altos oficiales y dignatarios de Washington, quienes se
sorprendieron ante el grito lanzado por la mayor parte del pelotón. Algunos integrantes del grupo visitante
opinaron que debía interrumpirse esta práctica porque parecía una contravención a la disciplina en medio de
un acto solemne. Otros se opusieron. Tras una discusión, se impuso la percepción que esto mostraba
bravura.
Con el paso del tiempo, la palabra Gerónimo no sólo fue utilizada al saltar, también se incorporó al uniforme
en la forma de una leyenda en boinas y bolsillos.
Tras la Segunda Guerra Mundial , los métodos prácticos de entrenamiento reemplazaron la tradición, y
finalmente se prohibió el grito al saltar, pero se convirtió en parte del folclore del paracaidismo civil y militar.
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